¿Por qué un niño es generoso?
Cuando un niño es testigo de un “buen” o “mal” comportamiento, su cerebro registra una respuesta emocional inmediata. A pesar de ello, para él resulta más difícil que para un adulto hacer una evaluación moral en automático y actuar con generosidad, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Current Biology.
Psicólogos de la Universidad de Chicago llegaron a esta conclusión tras observar la actividad cerebral de niños de entre 3 y 5 años de edad, mientras eran testigos de escenas positivas y negativas, y decidían cómo tratar a un niño desconocido. A cada uno le dieron 10 estampas y le dijeron que eran regalos que debían conservar. Se les informó, además, que al siguiente niño en llegar no le habían dado stickers, y les preguntaron si alguno quería darle una de sus estampas. En promedio, los niños compartieron dos de sus stickers.
El comportamiento neuronal indicó que sus juicios morales dependían de una combinación de respuestas emocionales inmediatas y de una posterior evaluación de las mismas, pero fue hasta este segundo paso cuando cada niño decidió compartir o no sus estampas. En otras palabras, para actuar de manera generosa los niños deben detenerse a pensar sobre lo que sintieron previamente. Conforme van creciendo, este proceso se va simplificando y es posible que aumente su capacidad de ser generosos.
Estos hallazgos resultan relevantes si entendemos que, al fomentar que los niños reflexionen sobre el comportamiento moral con otros, podrían aumentar las posibilidades de que sean generosos.
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