jueves, 30 de abril de 2015

¿Falta de atención o falta de interés? ¿Cómo despertar la curiosidad en los niños?



Es habitual escuchar a los padres aconsejar a sus hijos, en la puerta de la escuela antes de ingresar, “Presta atención, hazle caso a la maestra”, “Por favor concéntrate”, deseando que está vez el niño le haga caso y no genere problemas.
También se escucha a los maestros y profesores en las aulas, exigir: “¡Presten atención!”, “¡Por favor, silencio y escuchen!”, “¡¡Sentados!!”, o pedidos similares.

La atención no se pide, el silencio no se exige, la concentración no se fuerza. Son estados anímicos que se generan, se ganan, se conquistan. Si un niño tiene curiosidad, si le gusta lo que mira y le llama “la atención”, lo querrá aprender, y naturalmente, va a disponerse a escuchar en silencio, con atención y concentración.

La atención es un resultado de un proceso, de un clima del espacio en donde están niño, educador y lo que se quiere enseñar.

Por supuesto que un maestro puede pedir y exigir respeto; también es correcto que un padre le recuerde al niño que debe ser considerado, hacer caso, prestar atención. Pero, si esto se reclama verbalmente desde afuera, el niño solo lo percibirá como un deber impuesto.
Si no hay una motivación, algo que lo toque anímicamente, no surgirá el compromiso desde adentro; a lo sumo, el niño se mostrará obediente y en aparente atención, para no recibir un castigo posterior.

¿Cómo despertar la curiosidad?

La neuroeducación es la ciencia que estudia el funcionamiento del cerebro, y aporta conocimientos para ayudar, a niños y sus educadores, en su proceso de aprendizaje y enseñanza.

La nueroeducación ha demostrado que desde la anatomía y funcionalidad del cerebro, la emoción y la razón están ligadas. Es decir, que no se puede aprender algo, si no se siente nada por ello. A lo sumo, algo puede ser memorizado abstractamente, pero si esto no tocó emocionalmente nada dentro del alumno, lo olvidará en el tiempo.

Dicho desde un lugar científico, toda información sensorial, aquello que entra por el oído, vista, olfato, tacto, gusto, antes de ser procesada por la corteza cerebral (áreas del cerebro destinadas a los procesos mentales y cognitivos), pasa por el sistema límbico o cerebro emocional, en donde adquiere un sentido emocional: un gusto, placer, una relación con algo propio, simpatía.
Una vez que el cerebro límbico aceptó gustoso el ingreso de la información, permitirá su paso a la corteza cerebral, la cual admite el aprendizaje desde la razón.

En otras palabras, la información llega desde afuera, golpea las puertas de las emociones. Si estas se despiertan, el niño se entusiasma, siente alegría, placer por lo que escucha, ve, toca.
Si el niño se entusiasma, se interesa. Si el niño se interesa, está listo para aprender, memorizar, fijar ideas y conceptos de forma natural y no forzada.

Seguramente ustedes recordarán, en su infancia, aquel profesor o pedagogo que los llevó a dar un paseo y les enseñó sobre el ecosistema; o cuando hicieron un experimento y se sintieron tan entusiasmados que nunca olvidaron su resultado. Seguramente también recuerdan aquel maestro apasionado, que los hacía reír, los hacía sentir, y sus clases eran maravillosas, y maravillosas eras las notas de las evaluaciones, ¡y no les costaba estudiar y aprender!

 

Ese maestro les hizo sentir y amar lo que les quería enseñar.

Lo que enciende el aprendizaje es la emoción, que despierta curiosidad y, luego, la atención. Insisto, la atención no se puede producir simplemente demandándola, exigiéndola; menos aún, la curiosidad. Hay que despertarlas desde dentro del que aprende.

La neurociencia demuestra que es más sencillo y fácil aprender, prestar atención, despertar la curiosidad, si aquello que me quieren enseñar, me toca por adentro, me hace sentir, me despierta amor.
Cuando el amor se hace presente, los ojos de los niños brillan repletos de curiosidad y alegría, y eso es el combustible que los impulsa a aprender.

Por supuesto, sepan que puede haber otros factores afectando el cerebro del niño, e imposibilitando un proceso de aprendizaje saludable. Las horas de sueño y descanso, mala alimentación, excesivas horas frente a una pantalla, vivencias estresantes en la familia, son algunas de ellas.
Un buen docente, un docente capacitado, emocionalmente comprometido con lo que hace, con vocación y dedicación, puede estar dando todo, pero se empieza en la casa. Si el niño no descansa bien, las horas que necesita, no come saludablemente, pasa sus horas libres delante de la pantalla, o sufre situaciones de estrés en su hogar, no estará disponible para aprender, para razonar, para prestar atención.

Entre padres, maestros y terapeutas compartimos un compromiso. Si entre todos somos conscientes y amamos lo que damos, el niño naturalmente crecerá, y aprenderá.


Por último, recordemos que no solo somos seres emocionales y racionales. Esto, está recubierto y permeado por un Espíritu. Somos seres espirituales, emocionales y racionales, en un cuerpo físico. Estos cuatro pilares nos conforman, nos abarcan, y necesitan de buenas experiencias para evolucionar desde el amor y la alegría.

Fuente: caminosalser.com

miércoles, 29 de abril de 2015

La llegada de un nuevo hermanito


La mayoría de las veces, la llegada de un hermanito genera en el pequeño sentimientos encontrados: desde alegría y emoción por tener con quién jugar, hasta sentir enojo y rechazo por él, ya que tendrá que compartir sus cosas y, sobre todo, la atención de sus papás.


Ten en cuenta que son sentimientos y emociones que tu hijo aún no logra identificar ni expresar de manera adecuada, por lo que podría empezar a tener rabietas, mostrarse desobediente, triste o regresar a tener conductas que ya había superado, como chuparse el dedo, querer mamila o pedir que le hagas todo. Ante ello, respira y recuerda que tanto tú como él/ella están pasando por un periodo difícil de adaptación al cambio por la llegada de un nuevo integrante.



Para empezar, ayúdale a reconocer sus sentimientos con preguntas como “¿Qué es lo que te molesta de tu hermanito? ¿Te enoja que llore demasiado? ¿Te enoja que tengamos que estarlo atendiendo?”



Por otro lado, es importante que reconozcas y valides sus sentimientos diciéndole cosas como: “Entiendo que te moleste oírlo llorar todo el día, pero él aún no puede hablar como tú y esa es la forma en que él se comunica y nos hace saber que algo le pasa o necesita”.



Date tiempo para estar solo con él para evitar que se sienta desplazado o que empiece a sentir rechazo hacia el hermanito menor. También es importante que lo involucres en los cuidados de su hermanito, pero no se lo plantees como una exigencia, o como si fuera su obligación; se trata de que se sienta tomado en cuenta sabiendo que puede cooperar.



Acepta la ayuda que él pueda darte y no le exijas que haga las cosas como tú lo harías, valora sus esfuerzos por ayudarte: “¡Gracias por ayudarme a cambiar a tu hermanito! ¡Él debe de sentirse feliz porque le estás dando su chupete!
Fuente: psicologiaparaninos.com.com

lunes, 27 de abril de 2015

Inteligencia emocional para educar niños felices



No es fácil educar a un niño, lo sabemos. Nadie dispone del manual del padre o madre perfecto, del educador ideal que sabe cuándo imponer, cuando permitir y qué palabra utilizar. También sabemos que no todos los niños son iguales, que habiendo varios hermanos cada uno de ellos tiene un carácter y unas manías, pero aun así, hay algo que está claro, todos tienen las mismas necesidades: el sentirse queridos, escuchados y  atendidos para crecer en confianza.

La necesidad de ofrecer un aprendizaje basado en las emociones, les permitirá el día de mañana poder gestionar muchas áreas de su vida con mayor efectividad, poder comunicarse mejor, reconocer emociones en las otras personas para poder respetar, para poder entender y disponer de una mejor conexión con la sociedad. Educar en el respeto, en la asertividad y en unas buenas habilidades sociales, les permitirá sin duda ir madurando con mayor autonomía.

Pero para ello, para infundir en los niños la tan necesaria Inteligencia Emocional, es necesario que también tú sepas aplicarla en el día a día con los más pequeños. Te ofrecemos unas pautas.



CLAVES PARA EDUCAR EN INTELIGENCIA EMOCIONAL


1. La necesidad de gestionar las emociones del niño

Seguro que más de una vez te has visto en esta situación: niños que demandan las cosas llorando, que disponen de una facilidad enorme para dejar caer las lágrimas mientras su nivel de ira asciende si no le ofrecemos aquello que quieren. Rabietas que acaban estallando en golpes y gritos.

Es imprescindible que afrontemos estas situaciones desde bien pequeños.  Las rabietas hay que ignorarlas. Les atenderemos solo cuando sus lágrimas sean sinceras, evitando reforzar comportamientos inadecuados. Una vez haya comprendido que no vamos a atender a su chantaje o a sus gritos, hablaremos con ellos. Deben aprender dónde están los límites para evitar frustraciones el día de mañana, deben saber también que la rabia, no ofrece resultados. Que solo les atenderemos cuando se dirigen a nosotros con normalidad, sin gritar y sin llorar.



2. Comunicación continúa

Establece con el niño una comunicación abierta y sincera. Evita hablarles en voz alta o gritándoles, y hazlo con madurez. Los niños entienden muchas más cosas de las que crees, y muchos padres y madres caen en el error de dirigirse a ellos  con cierta ingenuidad, como si no comprendieran muchas cosas. La comunicación y el diálogo motivador harán que el niño madure, responde a todas sus preguntas, a sus ocurrencias y fantasías. Y más aún, despierta en todo momento la curiosidad en ellos. Hazlos crecer en confianza.



3. Aprender a reconocer emociones en los otros y en ellos mismos

Este aspecto debemos desarrollarlo desde que son pequeños. Es esencial que fomentes la empatía en el niño desde muy temprano con preguntas como esta: ¿Cómo crees que está hoy la abuela, triste o alegre? ¿Cómo piensas que se siente ahora tu hermano después de lo que has hecho? ¿Sabes por qué está enfadado tu amigo del cole, qué puedes hacer para que se sienta mejor? Debemos, en esencia, despertar su interés emocional por las otras personas.

Ahora bien, para reconocer la emoción en el otro, primero ha de aprender a reconocer las suyas propias. Hay muchos niños que tienden a confundir, por ejemplo, la tristeza con la rabia. Reaccionan ante la pena o el sentimiento de desconsuelo con una patada, con gritos o de un modo inadecuado. Es en estos casos cuando mayor trabajo tenemos con ellos, de ahí la importancia que establezcan una separación entre la tristeza y la rabia, y los modos en que pueden canalizarla. Nunca obvies pues con ellos un “¿cómo te sientes? ¿Por qué crees que te sientes así? ¿Qué podrías hacer para sentirte mejor?

Llegada la adolescencia, si son capaces de hablar en voz alta de sus emociones, argumentarlas y gestionarlas, será mucho más fácil para ellos en ese momento evolutivo donde se está asentando su autoconcepto.



4. Fomenta la asertividad y sus habilidades sociales

El niño debe ser capaz de poner en voz alta su opinión, sus necesidades y saber argumentarlas. Todo esto se consigue con un estilo de educación democrática, nunca autoritaria. Esto, como puedes ver, nos vuelve a realzar la necesidad de establecer siempre un diálogo abierto y constructivo. Como padres debemos establecer normas y límites, también prohibiciones, pero arguméntalas con ellos para que comprendan la finalidad, para que sean partícipes y se sientan involucrados.

Si sienten que sus palabras siempre van a ser escuchadas, al igual que sus necesidades y pensamientos, confiarán más en sí mismos, se sentirán seguros, para hacer lo mismo por ejemplo, en el colegio y con sus amistades, evitando así verse dominados o controlados por los demás. Debemos fomentar su autonomía para que se sientan capaces y seguros de sí mismos, viendo siempre dónde están los límites. Respetando a los demás y reconociendo las emociones propias y ajenas.

Todo ello les ayudará a crecer con optimismo, sintiéndose queridos para ser también felices el día de mañana. Educar es una tarea difícil, pero es una aventura que merece la pena. 

Fuente: lamenteesmaravillosa.com

Manualidades con tapones

Nos encantan las manualidades recicladas porque enseñan el valor y la importancia del reciclaje de manera creativa. 


Estas manualidades para niños son perfectas para el cole, como actividad educativa, pero también se pueden hacer en casa, ¡así que empezad a juntar tapones! ¿Las vemos?







Fuente:Pequeocio.com

Cocina Animada

Todos sabemos que existen muchos alimentos que los niños siempre rechazan. ¿Cómo podemos hacer más atractivos nuestros platos? A continuación os mostramos un repertorio de imágenes de platos de cocina animados que harán que los niños se sientan más receptivos hacia ellos. Si además involucramos a los pequeños en su creación seguro que los comerán mucho más contentos.


Sabemos que hay algunos muy elaborados y un poco difíciles de hacer, pero como nos han parecido tan bonitos aquí os dejamos todos.



Esperamos que os gustén.










































Pintamos con burbujas de colores

Estupenda actividad plástica para realizar con los niños. Además es divertida, rápida y sencilla. Con ella se pueden hacer bonitas creaciones y utilizarlas para diversos fines como en el caso de la foto para hacer una tarjeta de invitación a un cumpleaños.


Para realizar esta actividad solo necesitaremos varios recipientes de agua espumosa a la que añadiremos unas gotas de colorante (puede ser alimentario, pintura escolar, etc) y la mezclamos bien para que el color tiña el agua. Entonces damos unas cañitas a los niños para que soplen por ellas provocando así que salgan burbujas en el agua. Una vez el recipiente está lleno de burbujas, cogemos el papel y lo ponemos sobre ellas de manera que la tinta que suelten al explotar cuando entren en contacto con el papel forme bonitas formas de colores. Una vez lo hemos hecho sobre un recipiente lo hacemos en otro y así sucesivamente hasta que hayamos pasado por todos los que hayamos preparado. Al final del proceso obtendremos una hoja llena de huellas de burbujas de colores.




Es una buena actividad para realizar cuando hace buen tiempo al aire libre con los pequeños. Lo pasan genial haciéndola. Hemos de tener cuidado cuando los niños soplen con las cañitas para que no aspiren por ellas, ya que aunque podemos utilizar colorantes alimentarios, el agua es jabonosa.

Fuente: actividadesdeinfantil.com